Cuéntame un cuento

De pequeña me hacían enfadar fácilmente si empezaban con eso de ¿Quieres que te cuente el cuento de María Sarmiento que se fue a cagar y se la llevó el viento?. Menuda mala leche me entraba. Y al final resulta que lo de la repetición no es tan malo. Alguien nos insinuaba hace unos días si no estábamos hasta las narices de la pareja de polis con métodos poco ortodoxos, modelo reproducido hasta la saciedad desde los tiempos de Arma Letal, o antes, si cabe. Pues no, oye, como ya explicó Irene, hay fórmulas que funcionan, y nunca hay demasiado de nada que entretiene, divierte y emociona.

Y es que poco tiene de malo que la historia se repita (que todo ha pasado antes y volverá a pasar, ¿no?) y seguro que son pocos los que osan despreciar Star Wars por ser “el típico cuento fantástico”.

The princess bride

Vladimir Propp, un tío ruso que nació a finales del s.XIX se dedicó a analizar todos los cuentos tradicionales que encontró con el objetivo de detectar los puntos comunes y dar con una estructura dramática tipo. El resultado: las funciones de Propp, que a muchos os sudarán el calamar, pero que a mi me fascinan. Me ha parecido un pasote colocároslas todas, que son muchas (aunque soy del sector duro y me he quedado con las ganas) así que mejor las consultáis aquí.

Evidentemente, utilizar todas las funciones en una sola historia sería casi titánico, aunque al final son extrapolables a casi cualquier narración, dependiendo lo mucho que estires la cuerda. Para no hacerse la picha un lío, es preferible proppear cosas cercanas al cuento maravilloso como Star Wars, Harry Potter o La princesa prometida. Casi nada.

Harry Potter

Claro que ir por ahí reconociendo y asignando funciones de Propp cada vez que te cuentan un cuento no aporta precisamente la felicidad infinita (es más bien friqui, la verdad). Lo interesante es que son estructuras dramáticas resultonas, que tenemos asimiladas y cuya repetición recibimos con alegría y alborozo, que para algo llevan contándonos cuentos desde pequeños.

Total, que como pasa con la fórmula de los polis: los patrones molan, y si además se curran los detalles, hasta puedes tocar el Olimpo, pon permiso de Harry Potter, claro.