El blog de Bea, que ya no es fea

Y prometo que intentaré que este sea el último post dedicado a Yo soy Bea.

Bea

En unos días tendré que plantarme en una reunión de beólicos anónimos, rollo me llamo Montse y soy beólica. Hace 9 días y tres cuartos que no veo ningún capítulo ni llamo a nadie “moscorrofio”.

Pero eso será en unos días. Mientras tanto, constatar que no me sorprende en absoluto nada de lo que pasó anoche con el esperado capítulo de transformación:

  • Que hiciesen un amago de inicio pero a los 10 segundos atacasen con otros tantos minutos de anuncios.
  • Que la mitad del capítulo fuese repetido y la otra mitad consistiese en las promos con las que llevaban bombardeando toda la semana.
  • Que la Bea transformada solamente apareciese al final.
  • Que se pasasen un poco con el pintalabios (espero que rectifiquen, que en las fotos promocionales está mucho más mona que ayer) y con la brisa paradisíaca (que hay que ser hortera)
  • Que fuese un éxito de audiencia.

Cualquier fan con dos dedos de frente y algo de memoria histórica sabía que esto pasaría, así que ahora no nos quejemos, leñe, que esto no es Un gangster para un milagro.

Lo que sí me parece remarcable es la importancia que está tomando el blog de Bea. No es el primer personaje de una serie que tiene un blog, faltaría más en estos tiempos que corren. Tampoco es la única cuyo blog se menciona con frecuencia o cobra importancia dentro de la trama. Vaya, que en innovación web Yo soy Bea no va a ganar ningún premio, pero durante los últimos días me lo he pasado teta viendo cómo el blog se convierte en el “precipitador” de acontecimientos dramáticos. Nada, será esa tendencia que tenemos los bloggers a mirarnos el ombligo, como dicen que dominaremos el mundo…

Beas

Me pareció la mar de divertido que Be, la pija que se convierte en su gurú de estilo, sea fan del blog de Bea y flipe en colores cuando descubre quién es la autora. Y ahora parece que hasta presenta el blog a un concurso que organiza Bulevar 21, vaya, lo último. Ni en un millón de años podría imaginarme qué es lo que va a pasar, je je.

Pero en fin, como me queda ya poquito hasta que Bea y Álvaro sean felices y coman perdices, voy a seguir disfrutando de mis últimos días beólicos. Sed felices.