La insoportable inmortalidad del pez

Recapitulemos. The West Wing. Primera Temporada. Alguien cuenta a Danny Concannon, que quiere ligarse a C.J., que a la buena de Claudia Jean le gustan los peces. El pobre no pilla que se trata de galletitas saladas y, en vez de montarle un pica-pica, va y le regala una pecera White House Style con, y ahí comienza el asunto, un pez naranja dentro. Encantador, ¿no? ¡PUES NO!

West Wing fish

Veamos, todos hemos tenidos pececillos de colores. ¿Cuánto duran? 1 mes, 2 meses, a lo sumo 3 si realmente te tomas en serio que estos bichos tienen necesidades básicas como, digamos, comer o respirar. Pues voy por la sexta temporada y el pez de las narices sigue ahí, nadando tranquilamente, el muy cabrón. Llevo desde la segunda saltando del sillón cada vez que aparece de refilón la pecera maldita. Teorías:

  • Josh tiene un plan secreto para la inmortalidad de los peces.
  • Alguien en el ala oeste tiene el duro trabajo de mantener limpia el agua de las peceras y reponer los peces muertos. Y si esta última os parece la más probable, plantearos cuántas reposiciones de peces seríais capaces de aguantar. Vale, pues según mis cálculos, y teniendo en cuenta el ambiente estresante del despacho de C.J, cada año serían necesarias entre 6 y 12 reposiciones. Excesivo, en mi opinión.

En cualquier caso, y bromas aparte, alguien en el equipo de The West Wing tenía el duro trabajo de, entre otras cosas, proveer el despacho de C.J. de peces vivos. Seguro que la susodicha personilla también se planteaba la absurdidad de mantener vivo tanto tiempo al puñetero pez, pero ya se sabe, la genialidad está en los detalles, como cuando aparece una foto de un bebé ahí al fondo, en una estantería abarrotada, a la semana siguiente de que alguien haya sido padre o abuelo, como quien no quiere la cosa.

Lo del pez es excesivo, la verdad, pero entrañable. Siempre que aparece me recuerda a Danny, así que pienso: pues vale, el pez diabólico sigue vivo una semana más. Bien por Danny.