Friday Night Lights

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Como he comentado alguna vez, no me gusta ver las series semana tras semana, alargando la espera y mortificándome con los cliffhangers. A mí lo que me gusta es pegarme atracones pantagruélicos de temporadas enteras hasta que quiero convertirme en Lorelai Gilmore o C.J. Cregg. Es muy raro que escriba sobre una serie de la que tan sólo he visto el capítulo piloto pero, lo que sentí el sábado al ver el primer episodio de “Friday Night Lights” bien merece que haga una excepción.

Antes que nada: esta no es una serie adolescente cualquiera y ni mucho menos, una serie deportiva como cualquier otra. Desde el principio, vemos claro, que la iluminación es diferente, el encuadre es distinto y, por supuesto, el montaje no es como esperamos. Sí, es una serie basada en una película que, a su vez, se basaba en un libro titulado “Friday Night Lights: A Town, a Team, and a Dream”. Pero, holy frack, la serie es otra cosa. Y el piloto, es para ir y abrazar a todo el equipo creativo.

Evidentemente hay tíos sudados, hay cheerleaders y hay tópicos yanquis a mansalva, pero vale la pena por el nivel dramático que alcanzan los personajes y la veracidad que impregna el estilo documental del montaje. Cada escena está rodada con tres cámaras a la vez en una sola toma y, se dice, que a los actores les está permitido improvisar si creen que su personaje haría o diría algo diferente.

Los Panthers de Dillon son el orgullo, por no decir la vida, del pequeño pueblo de Dillon en Texas. Todo gira entorno al equipo de futbol del instituto y las relaciones sociales se tejen alrededor de sus victorias y sus derrotas. Acaban de contratar al reputado entrenador Eric Taylor (Kyle Chandler), para que lleve al equipo a la gloria porque, está claro que la derrota ni se contempla. Cada viernes por la noche, las calles del pueblo quedan desiertas porque se encienden las luces del estadio de los Panthers y la presión que ha vivido el equipo durante toda la semana, estalla en el terreno de juego. Todas sus esperanzas están puestas en Jason Street (Scott Porter), el líder del equipo, reconocido como el mejor quarterback del país. Lo que sucede al final de este primer episodio, es lo que va a desencadenar toda la trama futura.

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El ritmo del piloto va in crescendo, culminando el episodio con el esperado partido del viernes y, os juro que hacía tiempo que no me emocionaba tanto con nada. No sabía si ponerme a aplaudir, a llorar o a tirarme de los pelos. La presentación de los personajes es mínima, ya habrá tiempo para más, pero la serie no se podría haber presentado de forma más brillante. Sin lugar a dudas, es uno de los mejores pilotos que he visto en mi vida.

Es injusto pensar que la serie quizá no vea una segunda temporada pues, a pesar de haber sido aclamada ampliamente por la crítica, los pobres ratings hacen que la NBC dude de la continuidad de esta pequeña maravilla. Con sólo dos capítulos para acabar la temporada, sin contar el de esta noche, “Friday Night Lights” tiene un futuro incierto y a mí no me queda más que cruzar los dedos al aire, como hace el público del estadio cuando se llevan a un jugador lesionado.