Jennifer Lawrence, la nueva princesa del pueblo

Hace ya algún tiempo que en esta casa Jennifer Lawrence se sienta junto a Jennifer Garner en nuestro particular lugar feliz de grandeza infinita. Esto funciona así: decidimos que alguien nos cae tan bien que hasta podemos aceptar que se case con señores que previamente han puesto sus manos en el culo de J.Lo. Afortunadamente, Jennifer Lawrence aún no nos ha puesto tan a prueba.

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Jennifer Lawrence se ha ganado su sitio a pulso, si bien es cierto que cuando Irene me contó que esta chica goza tirándose pedetes en tazas para luego lanzarlos a la tocha de otros pensé «uau, eso Jennifer Garner nunca lo haría…», pero qué narices, tiene su encanto gamberro, y no es que lo diga yo (con el gusto para lo escatológico y cagoncio que tenemos los catalanes) es que el mundo también parece amar a Jennifer Lawrence, que por algo le han dado un Oscar cuando, desengañémonos, no va mucho más allá de estar bastante bien en una peli bastante aceptable. No más.

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Vale, todos sabemos que los premios con frecuencia no los ganan los mejores (¿quiénes son los “mejores”, anyway?). El premio se lo lleva el que más gusta, el más popular, el más simpático o el más visible, y Jennifer Lawrence es adorada en general, en eso no somos nada originales. En este artículo se aproximan al por qué, y no descubren la sopa de ajo: lo que pasa es que esta chica es de una espontaneidad loca de vecina de enfrente que asusta, o todo lo contrario, y además tiene algo de talento, hay que reconocerlo… y sí, protagoniza una de las historias más populares del momento, eso también.

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Lo mejor: Jennifer Lawrence es capaz de plantarse en la alfombra roja de los Oscar vestida y peinada como una diosa para, a la primera de cambio, soltar que se muere de hambre.

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Jennifer, yo te adoro porque cuando decías Is there food here? parecía que querías más una hamburguesa que ese Oscar, y aún así lo ganaste. ¿Y sabes qué, Jennifer? Ya tenemos dos cosas en común: queremos una pizza con nuestra cara y nos caemos por las escaleras.

Gracias, por cierto, por el bonus track de adorabilidad que te marcaste con Jack Nicholson:

 

Aun hay más: Jennifer Lawrence es capaz de tener un accidente de coche porque se ha despistado pensando que veía a Honey Boo Boo, enorgullecerse de mear rápido o afirmar que tiene las tetas desiguales.

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Y a la vez, Jennifer Lawrence también tiene las narices de llevar con bastante soltura el peso de The Hunger Games (que diréis lo que queráis, pero no era fácil), nos puso la piel de gallina en Winter’s Bone y ha bailado como una loca en Silver Linings Playbook. Yo me alegré cuando ayer ganaste Jennifer, a pesar de que el cerebro me gritaba otra cosa.

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