Hart of Dixie, doctora en Alabama

Desde que se acabó The O.C., que Josh Schwartz y Stephanie Savage estaban buscando la manera de volver a trabajar con Rachel Bilson, quien debe ser una tía encantadora y a la que medio mundo ama por su personaje de Summer Roberts, pero que es una actriz extremadísimamente limitada. Es como cuando dicen de alguna actriz “es como la vecinita de al lado”, pero en este caso siendo estrictamente literal: actúa tan mal como tu vecina de al lado. Pero volvamos al principio: es una tía que cae bien. Y es por eso que Hart of Dixie funciona. Por eso y porque, por fin han encontrado la manera de hacer una serie amable sin que te chirríen hasta los intestinos.

Porque, a ver, aunque el tema del “pez fuera del agua” esté muy explotado, sigue funcionando y lo seguirá haciendo mientras exista humanidad inteligente (calculemos 10-15 años más). Funcionó con Doctor en Alaska, funcionó durante un tiempo con Men in Trees y funciona otra vez con Hart of Dixie. Al menos empezó a funcionar en el momento que dejaron de hacer del personaje de la Doctora Hart una desgraciada total. Y es que es muy duro ver semana tras semana que todo el mundo la odia y le hace la vida imposible. Si recordáis Doctor en Alaska o Men in Trees, a Joel y a Marin los pueblerinos no les odiaban, simplemente se sorprendían y reían de sus locuras de ciudad. Pero el caso de Hart of Dixie era hasta doloroso el bullying que le hacían (y a veces le siguen haciendo) al personaje de Rachel Bilson. Vale que Zoe Hart es muy de Nueva York y los habitantes de Bluebell muy de la Alabama profunda pero, ¿dónde quedó aquello de la hospitalidad sureña?

¡Viva los posters de la CW!

Al final del segundo capítulo de verdad que estuve a punto de dejar la serie, cuando el único personaje que era amigo de Zoe, su ayudante Emmeline Hattenbarger, le dice que se va del pueblo. Y todo porque Nancy Travis se fue a hacer de mujer de Tim Allen a Last man standing. La verdad es que, para eso, ya se podría haber quedado en Bluebell. Poco a poco, Zoe va teniendo algún que otro amigo (sobre todo hombres), pero el secreto del éxito ha sido suavizar un poco a la villana. Porque Lemon Breeland era peor que T-Bag en Prison Break, sin razón y sin piedad, pero poco a poco la han ido más mala cómica como hacía Vanessa Williams en Ugly Betty. Y encima la tía tiene más química con Cress Williams (y, de hecho, cualquiera) que la que puede tener Rachel Bilson con nadie en esa serie.

Y es una pena, porque Everybody loves Jason Street, pero como no le den un poco de caña al personaje de George Tucker, aquí nos vamos a dormir del aburrimiento y no habrá quien se crea que será capaz de dejar a su prometida por Zoe Hart. Claro, que tampoco hay quien se crea que el pichabrava del pueblo (Wilson Bethel), de golpe beba los vientos por la doctora pizpireta amante de las minifaldas. Pero vaya, hacemos que nos lo creemos y todos más felices. Y a pesar de que empiezan a obligar a los actores a enseñar cacha para atrapar al público femenino, Hart of Dixie necesita una buena dosis de machez para animar el cotarro. Y si le pudiesen poner una amiga a Zoe y explotan el tema de las actividades locas de un pueblo a lo Stars Hollow, ya todo sería maravilloso y hasta podría ser que tuviéramos Hart of Dixie para cinco temporadas más.

 

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