Espías como nosotros

Deseo con toda mi alma que Covert Affairs no acabe siendo un pedo de verano, y es que aún no había comenzado y ya había decidido que me iba a gustar, y punto (me pasa con algunas series -léase Caprica– a pesar de la flexibilidad de mis lealtades).

No me espíes que no te veo… Y sí, aún así me gusta.

No sé qué acabará siendo Covert Affairs, pero sí sé que no es “como Alias pero en formato ligero-veraniega”. Sip, es veraniega, y sip, es tirando a ligera, pero tiene de Alias lo mismo que The Vampire Diaries tiene de True Blood, y no he oído a nadie decir  que The Vampire Diaries es como True Blood pero con menos vampiros jugando a la Wii o enseñando las tetas… o ambos.

Nota: para recordarlo por si alguien no se había enterado, Alias es maravilla pura. Cuando se estrenó su piloto una legión entera de ángeles ganó sus alas mientras hacían malabares con bolas rojas.

Lo cierto es que ya hace tiempo que acabó Alias, y esta nueva oleada de series de espías y agente secretos (Chuck, Covert Affairs, en cierta medida Dollhouse, la futura Undercovers y la nueva versión de Nikita) viene a afianzar esa mitología del espionaje que llevamos años mamando tanto en el cine como en la tele. Aunque, eso sí, las espías de nuestros días distan bastante de las agentes 99 o las señoras King de antaño, y dejan a Sydney Bristow el reinado del espionaje moderno, claro que, a su vez, Sydney le debe mucho también a Antígona o las mismísimas amazonas, pero eso ahí lo dejo.

Total, que así como a estas alturas todos sabemos que puede ser, o no, pero es muy probable que un vampiro no pueda entrar en tu casa si no le has invitado, también pueden ser, o no, pero son muy probables, los siguientes spy facts:

  • Es perfectamente factible salvar el mundo repetidamente con tacones de 10 centímetros y volver a casa para la cena.
  • Ser espía mola mucho pero apesta todavía más. Ten por seguro que tus amigos, familiares y mentores, por lo general, se van a tomar muy mal que no trabajes en un banco o museo sino que te dediques a patear culos. Los que peor se lo tomarán serán aquellos que, aunque aún no lo sepas, también se dedican secretamente a patear culos. Eventually, tú mismo acabarás dándote cuenta de que ser espía apesta.
  • Si te haces espía, tienes todos los números para descubrir, a la larga, que tu padre con el que no te hablas, tu madre que te abandonó, o ambos, también están en el garlic. Déjate llevar, de repente se convertirán en imprescindibles para tu vida y tu trabajo, y si tienes suerte ninguno de los dos intentará matarte.
  • El punto anterior seguramente explica el por qué de tus sorprendentes habilidades en el mundo del espionaje: las leyes de la genética nunca fallan. Aunque tampoco deberías descartar extraños accidentes o experimentos durante tu infancia.
  • La CIA no es trigo limpio. Demasiadas ramas secretas. Incluso en las ramas no secretas tienes el peligro de encontrarte agentes dobles. Y a los agentes dobles los carga el diablo, a no ser que seas uno de ellos.
  • Con todas las webs de contactos que hay en el mundo, acabarás enamorándote de algún otro espía. Eso está prohibido, que lo sepas, por lo que tu relación se sumará a la larga lista de secretos y mentiras que salen de tu boquita todos los días.
  • Finalmente, si quieres evitar todo esto, no vayas a la universidad, ahí es donde siempre se lía parda en origen.

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