Sorkin, supongo

Cuando te llamas Aaron Sorkin puedes presumir tranquilamente de ser el guionista que ha superado la súper fuerza del guionista que ya ha superado la súper fuerza del guionista. Pasa entonces que, en este estado de gracia creativa, cualquier cosa que salga de tu boca o de tus dedos (aunque sea el relato de la presentación de la declaración de la renta) es como un festival de chuches en una nube.

Y así es como explica el amigo Aaron el origen de The West Wing en el prólogo del guión del piloto que se incluye en el pack cartera presidencial style:

Comienza don Sorkin (así, como don Iniesta) diciendo que tenía una comida de trabajo con John Wells, por aquel entonces “básicamente” productor ejecutivo de “cositas” como China Beach y E.R. Al parecer, en la susodicha comida (más bien lunch) debían hablar de una futura serie de televisión aunque Sorkin, dice, no tenía demasiada intención de trabajar para la tele.

Aquí el Sorkin se marca un flashback para recordarnos que su primera obra, A Few Good Men, se estrenó en Broadway cuando tenía apenas 28 años y se interpretó un total de 497 veces. Luego siguieron lo que él llama el desastre Making Movies (en el off Broadway), la versión cinematográfica de A Few Good Men, Malice y The American President, para continuar con una estancia de 28 días en un centro de rehabilitación.

Después de eso, se pasó algunos años escribiendo fragmentos de guiones aquí y allá: The Rock, Enemy of the State, Bulworth, etc. Explica el hombre que le encanta escribir, pero odia comenzar a escribir, por lo que embarcarse en un proyecto televisivo no era algo que en aquel momento le entusiasmase.

Pero como la farándula es la farándula, Sorkin se topa un día con Tony Krantz, agente de John Wells, y el tal Tony insiste en montar una comida de trabajo.

La noche antes de la cita, Sorkin tenía cenando en casa a Akiva Goldsman, Bradley Whitford y la que entonces aún era su esposa, Jane Kaczmarek. No sé a vosotros, pero a mí se me pone la piel de gallina solamente de pensar en semejante aquelarre.

Jugaban (y perdían) los Yankees, y Sorkin y Akiva fueron a fumar al estudio de Aaron, que se me antoja lleno de carteles de películas y recuerdos varios. Parece ser que Akiva señaló el póster de The American President y le soltó a Sorkin: «¿sabes lo que sería una serie genial? Eso, una serie sobre el personal de la Casa Blanca”, a lo que Sorkin respondió: “solamente es una comida”, y entonces Bradley Whitford les gritó desde el piso de arriba que los Yankees iban ganando.

Al día siguiente, en re-famoso lunch, van y le preguntan qué idea tiene, y el Sorkin suelta: “una serie sobre el personal de la casa blanca”. Y van y le dicen: pues vale.

Sinceramente, sigo pensando que el amigo Sorkin nos ha aliñado los hechos, pero que te lo explique así sigue siendo una delicia.

Total, que dice el don que se pasó seis meses pensando en el piloto y cuatro días escribiéndolo. A Wells le encantó, a Warner Bros le encantó, y la NBC lo rechazó, básicamente por la creencia popular que las series sobre Washington no funcionan, y las series sobre políticos tampoco funcionan. En fin.

Lo que pasó después es que Tony Krantz (aquel tío que se empeñó en reunir a Sorkin y a Wells) se fue a dirigir la sección de televisión de Imagine Entertainment, y va y le llama y le dice algo así como: «¿recuerdas aquella idea de película sobre las aventuras y desventuras de los trabajadores de una cadena deportiva de cable? Pues hagamos una serie», y así nació Sports Night. Y así se conocieron Sorkin y Schlamme y el mundo notó una conmoción en la Fuerza.

Dicen que los capos del momento querían que Sports Night le tuviese un aire a Frasier, y así se lo dijeron a Schlamme. Sorkin preguntó a Schlamme: «¿vas a hacerlo a lo Frasier?» A lo que Schlamme respondió: «no, voy a dirigir esto». Creo que mientras lo decía había un grupo de querubines cantando en el cielo.

Sports Night siguió su curso (estreno, emisión, cancelación) mientras la NBC se quedaba sin Seinfeld y sin la NFL. Diversos cambios en la cúpula llevaron a Scott Sassa y Garth Ancier a controlar el cotarro en la cadena y, por alguna razón, ellos desconocían la creencia popular esa de que las series sobre Washington y políticos no funcionan, así que encargaron The West Wing y desde entonces el cielo es más azul, la hierba más verde y la Casa Blanca más blanca.

Y Sorkin finaliza su relato con la “transcripción” de una conversación telefónica que tuvo con Martin Sheen. Parece ser que Martin Sheen habló con John Welles y, viendo claro que debía ser el presidente de los estados juntitos, llamó a Aaron Sorkin. La asistenta de Sorkin le pasa la llamada:

– Martin, hello, this is Aaron
– Aaron, It’s Martin Sheen
– It’s good to talk to you, thanks for calling
– You remember me?
– Of course I remember you
– I played the Chief of Staff on The American President, you remember me from that movie?
– Yes, also for Badlands and Apocalypse Now
– Badlands was a good movie
– Yes it was
– A. J. McInermy, the Chief of Staff
– Martin, I know exactly who you are and so does everyone else in the western world.

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