La familia Braverman

Nadie dudaba que yo me engancharía a Parenthoood, pues tiene todos los elementos necesarios para gustarme. Eso sí, esta vez Jason Katims no me lo ha puesto fácil, así que he tenido que esforzarme en amarla. Sus problemas de producción iniciales y su traslado a la midseason, no ha ayudado a que a Parenthood le cueste encontrar el ritmo. Las comparaciones con Brothers & Sisters han hecho que gran parte del público haya pasado de ella porqué sí. Porque, claro, se conoce que no había dramas familiares antes de Brothers & Sisters. Pero, vaya, casi mejor, porque ya sabemos que no todo el mundo está preparado para la grandeza.

No os voy a contar de qué va porque o bien lo sabéis o bien os lo imagináis, así que os diré que el problema principal de Parenthood está en las historias. Para que nos entendamos, la base de sus storylines es correcta, pero les falta el choque final, la ebullición, la confrontación necesaria que necesitan los personajes no sólo para evolucionar sino para convencernos a nosotros (gente dura de mollera) de que son creíbles, odiables y estimables a la vez. Son las explosiones las que nos permiten llegar a conocer a un personaje hasta hacerlo nuestro. Y es así como la serie nos tendrá atrapados para siempre. Parenthood consigue eso a partir del décimo capítulo. No está mal, las ha habido de más lentas. Pero teniendo en cuenta que la primera temporada sólo consta de 13 episodios pues, qué narices, le ha costado arrancar.

Los miembros de la familia original en el cine: Los Buckman. Ojo a Keanu Reeves y Martha Plimpton.

A veces, cuando la serie tiene un aire más costumbrista que lostiano, me asombra oír voces que afirman que tal o cual situación no es realista. Olvidaos, las series no tienen que ser realistas, amigos, simplemente tienen que ser creíbles. O al menos lo suficientemente creíbles como para ser capaz de identificarte con las emociones de los personajes. Así que los problemas tipo “quién lleva a la niña a la piscina” o “hoy para cenar no me apetece coliflor”, están muy bien para nuestras vidas diarias pero no para una serie como Parenthood. Es por eso que, por mucho que nos pueda dar rabia, es necesario que empiecen a hacer que los personajes se peleen entre ellos, se pongan los cuernos, les aparezcan tumores y se regalen riñones los unos a los otros. Y, en el caso de la matriarca, es importante que le empiecen a dar diálogos ni que sea, porque una familia sin matriarca es como un barco sin timón. Pues, en este caso, la sobra de Nora Walker sí es muy alargada.

El primer intento en la televisión. Encontrad a Leonardo DiCaprio y David Arquette.

Si pulen algunos detalles y le dan un poco más de caña a las líneas argumentales, la familia Braverman tiene potencial para quedarse entre nosotros. Eso sí, espero que alguien nos libre del niño autista. Me sabe mal hablar así de los niños, pero es que con el casting de los niños hay que hilar muy fino, y más si el niño en cuestión va a tener problemas del algún tipo. Más vale tener una Punky Brewster, aunque después se te tinayotherice que no una panda de mocosos odiosos que te hagan desear la extinción infantil. Dicen que trabajar con niños y perros es lo más difícil, pero si lo consiguieron con Rex, seguro que algo pueden hacer por los jóvenes Braverman.

Y mientras que exijo más dramas en la familia, también necesito que exploten más el sentido del humor con la capacidad que tienen algunos de sus actores. Porque, por mucho que yo le ame, asumámoslo, Peter Krausse hace de Peter Krausse, igual que Resines hace de Resines. Así que más les vale tirar del filón de Dax Shepard y Lauren Graham, diosa entre las diosas, porque tanta pena y drama humano está haciendo que me harte de sus pucheritos tristón-quiere-un-amiguito. Vuelve, Lauren, sabemos que tú puedes.

Por cierto, no sé qué tiene, pero me he enamorado de Sam Jaeger. Os seguiré informando de tan magna noticia.

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