White Collar, o sea, de guante blanco

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He aquí una de las sorpresas de la temporada en mi casa. Creo que empecé a ver White Collar casi por equivocación y acabé viendo los escasos 7 episodios de los que consta la primera temporada en menos de dos jornadas laborales. Cuando me da fuerte, me da. Y es que White Collar es una serie sencilla sencilla, amable y sin pretensiones. Una suerte de Atrápame si puedes, pero de más fácil digestión. Y es por eso que se metió en mi casa como el vecino del al lado, que no sabes quién le ha invitado a pasar pero que al final se te hace hasta entrañable.

Neal Caffrey (Matthew Bomer) es uno de los ladrones de guante blanco más conocidos internacionalmente y uno de los que más ha costado atrapar. Pero el agente del FBI Peter Burke (Tim DeKay) lo ha conseguido. Dos veces; después de que Caffrey se escapase de la cárcel para ir en busca de su misteriosa exnovia. Caffrey le propne a Burke una inaudita alianza mediante la cual Caffrey saldrá de la cárcel bajo la custodia del confiado policía y este le ayudará a resolver los casos más complicados. Ya se sabe, lo mejor para atrapar a un ladrón es que te ayude el rey de los ladrones. Así de fácil. Y es que ya os he dicho que esta serie era sencilla y de digestión ligera, así que no intentéis entender por qué un timador de la talla de Neal Caffrey está tan pancho en la calle.

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Y para hacerlo todo un poco más inverosímil todavía, en dos minutos, Caffrey consigue que una de las viejas más ricas de Manhattan (mítica Diahann Carroll) le deje vivir en su casa y calzarse los trajes de su difunto marido. Y claro, también se hace amiguete de la mujer de Burke, una extrañísima Tiffani-Amber Thiessen, en el papel de amantísima esposa. Es todo tan entrañable en el departamento de robos, que no sé por qué no hay más gente que quiera ser policía en Nueva York. Y a pesar de todo esto, la fórmula funciona. Porque estos unlikely buddies forman una pareja bastante sólida, en parte gracias al siempre solvente Tim DeKay y ese tipo de belleza alarmante que posee Matthew Bomer, que le facilita el trabajo hasta el punto que, si no quisiese, no tendría ni que hablar pues sólo con sonreír a la cámara, ya te tiene en el bolsillo.

Como los casos son sencillitos, la serie también contiene una trama de continuidad con el misterio de la exmujer de Caffrey. Y, al final, los creadores hasta se atrevieron a hacer un cliffhanger. Aunque no sé bien para qué, pues la serie ni lo necesitaba. Y claro, también está el hecho de que tienen a Willie Garson interpretando a Mozzie, el mejor amigo de Caffrey. Y ya sabéis que yo no me puedo resistir a los personajes secundarios locos y absurdos, pues en este tipo de series amables funcionan a la perfección. Son personajes absolutamente prescindibles y, curiosamente, no puedes deshacerte de ellos.

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Así que estáis faltos de una de esas series de relleno que te reconfortan tras una dura jornada laboral (o una dosis barbitúrica del Mad Men), echadle un vistazo a White Collar. Seguramente no os aportará nada, pero tampoco os quitará pequeñas partículas neuronales, como os pasa cada vez que os preguntáis por qué empezasteis a ver Flash Forward. Es una serie hecha a la medida de USA Network (hija pequeña de la NBC), sin muchas pretensiones pero efectivas como pueden ser In plain sight, Psych, Burn Notice o Monk. Y, ahora que esta última echa el cierre, la modesta cadena de cable necesitaba otro éxito. La verdad es que no escatimaron pasta en promoción, pues se dice que se gastaron alrededor de 4 millones de dólares, entre otras cosas, en un evento en el Rockefeller Center donde hicieron camisas a medida. Por supuesto white collar.