Fama, sabíamos que me engancharía

Fama

Llevo varios días bajo el influjo de la griposidad galopante y eso me ha provocado dos cosas: quedarme en casa y, por consiguiente, engancharme a Fama ¡A Bailar! Todo ello es muy triste, lo sé, pero pocos seréis los que dudaban que me acabase enganchando a este reality.

El tema es sencillo, gente que baila con profesores que les enseñan a bailar mejor y conviviendo en una casa e intentando ganar un premio. Problema: tienen que bailar por parejas, y si uno resulta nominado, arrastra a su compañero con él. Y lo peor: las parejas son las mismas hasta el final del programa, así que si te cae mal tu compañero, te jorobas. Es aquí donde yo me enganché, porque esto garantiza gresca de la buena.

La gente está ultra motivada, tanto en el baile como en su estilo upadance, que incluye, bailar con gorro umaguaqueño, llevar una pernera del pantalón más subida que la otra y romperte la camiseta hasta que se te vea el piercing del pezón. Me encanta. Hay algunos que lleva más eyeliner que Amy Winehouse.

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Cuatro, en su línea de programación creativa, emite Fama todos los días, a la hora que les da la gana. Las nominaciones un viernes al mediodía, con un par. No hay galas tal y como las entendemos, y todo se desarrolla en la misma sala de baile. Economía de medios, se llama. Aunque se han traído a Paultita Vázquez de presentadora y eso siempre le da un caché a tu reality. Los profesores son un mundo a parte claro, pues al escogerlos han querido hacer una mezcolanza entre la candidez de los de Operación Triunfo y el griterío de los de Supermodelo.

Los tres que les montan las coreografías y les aguantan las pajas mentales son la guapa Marbelys, que después de menearse lustros en el plató de Crónicas Marcianas por fin puede demostrar que puede hablar, a parte de bailar. También tenemos al tipo más cool de su barrio, Sergio Alcover, el profe de steet dance y nuevo sex symbol de las mujeres de mi familia. Y, el mejor de todos, Rafa, el profe de funky y un personaje en toda regla. Con sus Amazing, Cool y Energy es, sin duda, el más divertido de todos. Y sus coreografías siempre son las más sicalípticas, así que este hombre es todo un espectáculo.

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Pero lo mejor está entre el alumnado, claro. Hay un tipo que es de lo más fricoso y desquiciante que he visto en mi vida. El pequeño Marcos, un tipo con serias deficiencias sociales que dice que baila “un estilo propio” y que su compañera tiene que aguantar estoicamente. Porque, aunque se puede pedir un único cambio durante el programa, si lo pides, das por saco a todos los demás. Lo peor no es que baile mal (que baila fatal), es que es insoportable. Pero lo más triste es que es la típica persona que mueve a las almas caritativas por la pena y que su familia se hartará a decir aquello tan tierraprofundista de “eso es que tienes envidia de él”. Sí claro, y de Toni Genil también. Y no se dan cuenta de que le han metido allí para que nos riamos de él un rato y sacar tajada de su torpeza.

Después, por supuesto, están las típicas películas de me da vergüenza bailar con hombres porque mi novio es celoso, soy un poco vaguete y me paso lo que me dicen por el forro o estoy demasiado gorda y los bailarines no me pueden levantar. Lo normal, vamos. Pero para que veáis de lo que estamos hablando, no os perdáis el video del baile que se marcó el bueno de Marcos. Un Freestyle del copón bendito. Después de esto, que me digan a quién se le ocurrió la idea de ficharle porque es para ir a mear y no echar gota.

MARCOS FOR PRESIDENT.