Big Shots, first down

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Como sabréis, nunca me acabó de convencer el planteamiento de «Big Shots» aunque, por razones obvias, le íbamos a dar una oportunidad a pesar desde el principio se levantaron las primeras voces de alarma contra el piloto de la serie. No es de extrañar que haya sido apartada de la parilla tras emitir tan sólo 8 episodios y tener una audiencia pésima a pesar de ser emitida los jueves después de “Grey’s Anatomy”.

¿Qué es lo que puede haber fallado teniendo a cuatro pesos pesados como protagonistas? En el piloto, el personaje de Dylan McDermott dice algo así como “Men are the new Women” y creo que, en este error de base, subyace el problema más grande de “Big Shots”. Porque, en realidad, al mundo no le interesa que los hombres se comporten como mujeres y menos cuatro ejecutivos agresivos que se supone que dominan el mundo. Está bien ver a los maridos de “Mujeres Desesperadas” ocupar un segundo plano, pero cuesta engancharse a unos protagonistas masculinos errantes y faltos de carisma.

Y ya que hablamos del tema, os confieso que estoy altamente preocupada por Michael Vartan y su flojera en pantalla. Sabéis que Michael siempre ha estado en nuestras listas más cochinas, pero es que su falta se carisma me hace pensar en que en “Alias” nos tomaron el pelo. JeyJey, por qué eres tan bueno que eres capaz de convertir a un besugo en un sex-symbol. Y lo siento mucho también por Joshua Malina, quien acostumbra a interpretar perfectamente a secundarios entrañables, pero no hay quien se lo crea como yupi rompebragas.

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Sin lugar a sudas, el que se lleva el gato a agua es Dylan McDermott, a quien le sienta genial el papel de cabrón encantador. Sin quererlo sus historias se convierten en las más interesantes y su Duncan Colinsworth consigue las simpatías del espectador a pesar de ser un tío bastante lamentable. Y la sorpresa es Christopher Titus, un cómico poco conocido en España, muy acertado en su papel de confidente cachondo y solucionador de problemas. Es quizá el personaje al que han dado menos relevancia de los cuatro y el que más gracia me hace a mí.

La mujeres de “Big Shots” fracasan estrepitosamente, siendo las únicas que despiertan un mínimo interés la mujer y la hija de Dylan McDermott, porque lo que son las de Michael Vartan, hay momentos en que dan hasta vengüenza ajena. Wendy Moniz me ha demostrado que la cara de besuguina que tenía en “El Guardián” no sólo estaba a la altura de la sosez de Simon Baker, si no que la hace extensiva a toda su interpretación. Menudo sopor. Y bueno, para fin de fiesta, que Nia Long se enrolle con Michael Vartan es tan creíble como que Lorelai Gilmore se cuelgue de Hiro Nakamura.

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Pero aunque las historias de estos cuatro no hay por dónde cogerlas, también creo que ha sido muy exagerada toda la reacción negativa que ha despertado la serie. Que apesta, vamos, pero no es para tanto. No es lo peor que ha hecho la ABC esta temporada, recordemos que se atrevieron a hacer “Cavemen”. Lamentablemente, es una serie muy difícil de remontar, ya que no deja de basarse en unos pilares culebronescos que difícilmente funcionarán con cuatro personajes que tienen menos carisma que Harriet Hayes en “Studio 60”.

Dicho esto, y como voy a ver los dos últimos capítulos que les quedan por emitir porque, a todas estas, hasta les había cogido cariño, con “Big Shots” yo me hubiese decantado más por el dramedy de 25 minutos tipo “Samantha, who?” que por el sopor que puedes causar con un metraje de 40 minutos. Y, sobretodo, le hubiese cambiado el nombre ya que, siento decirlo, pero “Big Shots” recuerda demasiado a la práctica de ciertas actividades licenciosas con poca acogida en el prime-time.