Abandoné la nintendo cuando me declaré manifiestamente incapaz de conseguir que mi Princess Peach rescatase al garrulo de Super Mario. Incluso me entraron ganas de quemar la frakking sombrilla y bailar alrededor… en fin.
Recuperé la nintendo cuando adquirí Hotel Dusk, un jueguecillo del que me habían hablado bastante bien y que prometía ser algo así como un comic-novela de misterio interactiva. Vaya, como aquellos libros «elige tu propia aventura» pero sin el engorro de tener que ir saltándose páginas y con aspecto de comic.
La historia no está nada mal. Ordenada en capítulos, y con la estructura introducción-nudo-desenlace de rigor, consigue que te enganches e incluso te emociones (a quien le diga que he llorado con un videojuego…). A medida que avanzas, se plantean misterios que vas resolviendo hasta llegar al clímax y desenlace final. Digo vas resolviendo, pero en realidad, quien los resuelve, y ahora viene lo mejor, es el prota, un poli atormentado, a priori agrio y bastante sarcástico, pero con un corazoncito en alguna parte, que acaba apareciendo durante la historia. A la fuerza es un personaje con el que simpatizas, básicamente porque al jugar te pones en su piel y, en mi caso, porque nada más encender la nintendo vi a Nathan Fillion en su versión Malcolm Reynolds…

Sí, la carne es débil y la mía más. Os dejo con la recomendación, que en verano los esfuerzos intelectuales son perjudiciales para la salud.