Zack Morris, lo confieso

mark

Hoy he venido a confesarme, hermanos. A mí me gustaba Zack Morris. Era un chulito listillo, pero me gustaba. Y, además era rubio y yo siempre he tenido una debilidad inexplicable por los rubios. Eso sí, con el tiempo se fue viendo que era rubio de bote y se le veían más raíces que a Leticia Sabater.

Con 13 años, Mark Paul Gosselaar saltó al estrellato con “Hola, Miss Bliss” y empezó la saga que le hizo famoso y haría que se quedase gravado a fuego en la memoria colectiva. A Miss Bliss se la sacaron de encima, pero Zack empezó su andadura en la franquicia “Salvados por la campana”, que abandonaría con 20 años, tras pasar por la universidad y cometer la locura de rodar un telefilm llamado “Saved by the bell: Weding in Las Vegas” donde, evidentemente, se casaba con su amor de toda la vida: Kelly Kapowsky (Tiffani-Amber Thiessen). Con quien se enrollaba también fuera de la pantalla. Llámale tonto.

zack

Zack era un hortera, un engreído y el más cabronazo del colegio. Pero, oye, tenía un carisma especial que le permitía que todas sus fechorías (cómo me gusta este palabra) fuesen disculpadas. Hasta nosotros le perdonamos sus camisetas fosforito y esas deportivas tamaño barca. Y ahora nos reímos, pero todos queríamos ese móvil suyo zapatófono que le ocupaba toda la mochila pero le hacía estar a la última. Y además tenía un esclavo. Porque Screech sería un empollón pero era más tonto que pichote. Y sigo sin quitarme de la cabeza toda la historia esa del video porno

Lo peor de todo es que, ahora que miro su foto de mayor y, aunque me cueste levantar la cabeza al decirlo, no voy a esconderme más: ¡Zack Morris está bueno! Nunca he vi en “NYPD Blue”, pero el tema de la placa no le queda nada mal. Me lo creo menos que a Horatio, pero tiene su rollo. Después se fue a desplegar sus encantos a la fallida “Commander in chief”, ¿será un series-killer, también?

Siempre os he dicho que ser estrella infantil es muy duro. Venga, hoy es día de confesiones, así que ya podéis sinceraros con vuestros hermanos teligiosos y confesar qué estrellas caspolinas guardáis en un rincón de vuestro corazoncito televisivo.